“Educar a un niño no es hacerle aprender algo que
no sabía, sino hacer de él alguien que no existía” J. Ruskin


martes, 3 de mayo de 2011

SU HISTORIA

Mónica María Lemos

Gustavo Antonio Lavalle y Mónica María Lemos




Mónica y su compañero Gustavo Antonio Lavalle fueron desaparecidos el 21 de julio de 1977 en José C. Paz (provincia de Buenos Aires) por las fuerzas policiales de esa localidad. En ese momento, ella tenía un embarazo de 8 meses y medio. Fue vista detenida ilegalmente junto a su pareja en la Brigada de San Justo y en el “Pozo de Banfield”, hasta el 8 de septiermbre de 1977, pocos días posteriores al parto. Gustavo Lavalle habría permanecido detenido hasta mediados de octubre. Su hijita de un año y medio también fue secuestrada y permaneció varios días en un centro clandestino de detención hasta que fue entregada a unos vecinos, quienes a su vez la entregaron a su familia.
Nacimiento y apropiación de María José.
Mónica dio a luz una niña en el “Pozo de Banfield”, días antes del 8 de septiembre de 1977, fecha en la que fue trasladada. Según la declaración indagatoria prestada por Teresa Isabel González, en el año 1977 —mientras se desempeñaba como suboficial en la Brigada de San Justo— recibió una niña recién nacida de manos de personal policial que manifestó que el origen de la niña era el “Pozo de Banfield”.
María José fue inscripta como hija del matrimonio compuesto por Teresa Isabel González y Nelson Rubén.
Búsqueda y encuentro de María José
En 1987 las Abuelas de Plaza de Mayo (APM) radicaron una denuncia en el Juzgado Federal de Morón22, referente a una niña que figuraba como hija propia del matrimonio González-Rubén.
En la misma causa se realizó una pericia hematológica que determinó que la niña inscripta falsamente con el nombre de María José Rubén era en realidad María José Lavalle Lemos, nacida el 2 de septiembre de 1977 en el CCD “Pozo de Banfield”, hija de Gustavo Antonio Lavalle y Mónica María Lemos, ambos desaparecidos. 
María José fue localizada y restituida a su familia en 1987.



Arriba, de izquierda a derecha: Rosa Nair Maddalena, Chela Mignone (fallecida), Ñeca Lepíscolo y Haydee Buela Gastelu. Abajo: Mirta Acuña de Baravalle, "Taty" Almeyda y Aida Sarti. | Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora 


Haydee Vallino de Lemos es una activista de derechos humanos en la Argentina, una de las doce fundadoras de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo.
En 1976, durante la dictadura militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983) fue secuestrada-desaparecida su hija Monica María Lemos de Lavalle, quien se encontraba embarazada de ocho meses y su esposo Gustavo Lavalle. Con ellos también secuestraron a su hija de catorce meses, María, que fue reintegrada a sus familiares poco después.
Durante varios meses buscó a sus familiares sola y sin apoyo. A comienzos de 1977 integró el primer grupo de madres y familiares que se comenzaron a reunir en la Plaza de Mayo, que luego fue conocido como Madres de Plaza de Mayo y de la cual fue una de sus catorce fundadoras.
Comencé a ir a al Ministerio del Interior. Allí conocí a una mujer que me dijo: "¿Por qué no viene el jueves a la Plaza de Mayo? Lleve un pequeño clavo; así es como la reconocerán". Asi que fui, y me senté en un banco, y mi esposo se sentó un poco más apartado. Tenía el pequeño clavo en mi mano. Y vi que los otros también tenían pequeños clavos, y así fue como las conocí. En una de las demostraciones, una mujer comenzó a contarme su historia y cuando descubrió que yo tenía una hija embarazada desaparecida, tomó una libreta y me anotó en su lista. Ella también tenía una hija embarazada desaparecida. En la plaza nos pasábamos secretamente notas sobre donde habríamos de reunirnos. Nos reuníamos en iglesias..., en mi casa, en la casa de mi hermana... Mi hermana vivía en el piso doce y no queríamos tomar el elevador para no hacer ruido. Éramos muy pocas y la reunión se hacía a una hora en la que el encargado del edificio estaba durmiendo. Así que íbamos en puntas de pie hasta el piso doce. Y entonces, ¡qué momento! Cuando estábamos juntas discutíamos sobre a quién enviar cartas. Juntábamos firmas. Proponíamos cosas. Cada reunión era más grande que la anterior. Éramos simples amas de casa. La mayoría de nosotras nunca había hecho nada fuera de su hogar. Yo ni siquiera sabía como tomar un colectivo (bus) sola. No estaba acostumbrada a salir de mi casa sin mi esposo. Incluso ahora pienso que no podría hacer las cosas que hice.1
En octubre de 1977 recibió la invitación de Alicia Zubasnabar de De la Cuadra, "Licha", también participante de las rondas de las Madres, para formar un grupo especial de abuelas buscando a sus nietos desaparecidos. Fue también una de las doce mujeres fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo.
Haydee de Lemos supo que su hija había dado a luz a una bebé llamada María José y descubrió que la misma había sido entregada a una mujer policía.

 En 1987, ya retornada la democracia, el juez Juan Maria Ramos Padilla, ordenó la restitución de María José Lavalle Lemos a su abuela. Se trató de la segunda restitución ordenada por la justicia argentina. 
Tanto María José como su abuela continuaron actuando en los organismos de derechos humanos.




El golpe de estado del 24 de marzo de 1976 estableció un régimen terrorista que tuvo como eje la desaparición forzada de los opositores y la imposición de un clima de terror destinado a evitar cualquier reclamo; el sólo hecho de preguntar por el paradero de un familiar detenido-desaparecido era riesgoso y podía resultar a su vez en la detención-desaparición. En ese momento la situación de indefensión e impotencia de los familiares de las personas desaparecidas era extrema, ya que ninguna democracia del mundo, ni la Iglesia Católica, de gran influencia en el país, o las organizaciones internacionales humanitarias, estaba dispuesta a condenar las atrocidades cometidas por el régimen militar y, por el contrario, en algunos casos cooperaban con la represión ilegal. Tampoco era posible recurrir al sistema judicial, ya que los jueces argentinos rechazaban sistemáticamente los recursos de hábeas corpus.
En esas condiciones un grupo de madres, padres y familiares de los desaparecidos iniciaron un movimiento de resistencia no violenta, que se volvería histórico. La propuesta surgió de Azucena Villaflor, luego desaparecida y asesinada por la dictadura:
Tenemos que ir directamente a la Plaza de Mayo y quedarnos allí hasta que nos den una respuesta.






El 30 de abril de 1977 comenzaron a marchar cada jueves alrededor de la Pirámide de mayo, en la plaza del mismo nombre, situada frente a la casa de gobierno. Para llamar la atención las mujeres decidieron cubrirse el cabello con un pañal de tela blanco. El grupo recibió rápidamente el nombre de Madres de Plaza de Mayo y por su sola presencia comenzó a ejercer presión nacional e internacional sobre el destino de las personas que desaparecían en la Argentina. 

Inicialmente el régimen militar intentó explicar la presencia de esas personas caminando alrededor de la pirámide, sosteniendo que se trataba de "locas".
 Entre estas madres-abuelas se encontraba Alicia Zubasnabar de De la Cuadra, "Licha", quien había comenzado a participar en las rondas en septiembre de 1977, junto con su esposo y Hebe de Bonafini.
Por ese entonces María Isabel Chorobik de Mariani había comenzado a buscar a otras madres de desaparecidos que, como ella, también estuvieran buscando a sus nietos. Mariani había sido impulsada a agruparse con otras abuelas por Lidia Pegenaute, una abogada que se desempeñaba como asesora de menores en los tribunales de La Plata, donde aquella intentaba infructuosamente encontrar alguna solución para su caso. La Dra. Peganaute, fue una de los casos excepcionales de funcionarios del poder judicial, que colaboraron genuinamente con los familiares de desaparecidos. En el segundo semestre de 1977 Mariani fue a buscar a De la Cuadra a su casa de La Plata:
El día que conocí a Alicia ella estaba con un salto de cama rosado y ordenaba su casa. Empezamos a charlar y perdimos la noción del tiempo. Ese día empecé a descubrir lo que realmente estaba pasando y a entender que la búsqueda debía hacerse de otra manera, que no había un solo niño desaparecido sino por lo menos dos. Y si habían dos, ¡cuántos más podrían ser? Por primera vez tuve la horrorosa sensación de que no encontrábamos a los niños porque no nos los querían entregar.
Ese día María Isabel Mariani y Alicia de De la Cuadra tomaron la decisión de agruparse como abuelas y ésta convocó a aquellas que conocía de las rondas de los jueves en Plaza de Mayo.
Licha (Alicia de De la Cuadra) buscó a las otras abuelas que ya conocía de la Plaza de Mayo, nos reunimos y decidimos empezar a trabajar juntas. Éramos 12 en ese momento. A mi me asombró verlas con tanta serenidad; yo era un guiñapo, un llanto continuo, las veía a ellas tan serenas y decía ’tengo que ser como ellas’. Primero nos dimos a conocer como «Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos». Pero fuimos creciendo, la gente empezó a conocernos y a llamarnos las "Abuelas de Plaza de Mayo". (Chicha Mariani)








Las doce madres-abuelas fundadoras fueron: María Isabel Chorobik de Mariani, Beatriz H. C. Aicardi de Neuhaus, Eva Márquez de Castillo Barrios, Alicia Zubasnabar de De la Cuadra, Vilma Delinda Sesarego de Gutiérrez, Mirta Acuña de Baravalle, Haydee Vallino de Lemos, Leontina Puebla de Pérez, Celia Giovanola de Califano, Raquel Radio de Marizcurrena, Clara Jurado y María Eugenia Casinelli de García Irureta Goyena.7 Licha Zubasnabar fue su primera presidenta. 
Inicialmente adoptaron el nombre de Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos pero en 1980 terminaron organizándose legalmente con la denominación por la que ya eran públicamente reconocidas, Abuelas de Plaza de Mayo.
Este subgrupo de Las Madres comprendió que la situación de los niños secuestrados por las fuerzas de seguridad, era diferente de la de sus padres y que se precisaban estrategias y metodologías específicas para recuperarlos. "Buscar a sus nietos sin olvidar a sus hijos", fue la consigna que las agrupó.13
Durante la dictadura militar y a pesar de los riesgos, las Abuelas de Plaza de Mayo iniciaron una tarea detectivesca para localizar a sus nietos, sin abandonar la búsqueda de sus hijos, a la vez que emprendieron una acción de sensibilización nacional e internacional acerca de los niños desaparecidos y el robo de bebés.
Una vez recuperada la democracia el 10 de diciembre de 1983 las Abuelas promovieron la utilización de los últimos adelantos genéticos para establecer un sistema de identificación de los nietos apropiados, sin antecedentes en el mundo y presionaron para que el Estado enjuiciara a los responsables de los secuestros de los niños, considerándolo como parte de un plan represivo.

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